domingo, 25 de mayo de 2014

/b/ y /v/


Las grafías “b” y “v” correspondían, en el español medieval, a dos fonemas diferentes, la primera es una oclusiva bilabial sonora y la segunda una fricativa labiodental sonora.1 Esa diferenciación era reconocible a través de las grafías al no existir confusión en su utilización.2 Al paso de los años, se fueron confundiendo tanto los sonidos como su representación gráfica, hasta que se neutralizó su diferencia, dando como resultado el bilabial oclusivo sonoro como fonema representado con estas dos grafías. La confusión entre la fricativa y la oclusiva se desarrolló durante el siglo XV y XVI, para el siglo XVII, que es el que estamos estudiando, ya se había normalizado la pronunciación de las grafías por un proceso de desfonologización.3

Sin embargo, a la hora de realizar el análisis del corpus a través de las grafías nos encontramos con varias irregularidades. Recordemos que nuestra metodología para la reconstrucción de la pronunciación se basa en la escritura de las grafías, tal y como lo plantean Menedéz Pidal y Company. En algunas ocasiones Sor Juana escribe con la grafía “v” o “b” basándose en que en su origen latino se escribían así, al ser un hablante culta y conocedora de esa lengua creemos que por eso las escribía con determinada grafía, pero que las pronunciaba como /b/. Por ejemplo: bonanςa /bo.´nan. sa/ que desde el latín tiene la grafía “b”, simbolizan /sim.bo.´li.san/, bastassen /bas.´ta.sen/, arrebato /a. re. ´ba. to/, compruebalo /kom.´pɾue. ba.lo/, besar /be.´saɾ/, debaxo /de.´ba. xo/; del leones desembarazo /de.sem.ba.´ɾa.so/, imposible /im.po.´si.ble/, hallaban /a.ja. ban/, atribuyendo /a.tɾi.bu.´jen.do/; del alemán brotasen /bɾo.´ta.sen/; del francés dibuxo /di.´bu.xo/, belleza /be.´je.sa/, baylen /´bai.len/, vozes /´bo.ses/, juventud /xu.ben.´tud/, avergonςarme /a.ber.gon´saɾ.me/, vezes /´be.ses/, moviesse /mo.´bie.se/, travessura  /tɾa.´bie.so/, polvora /´pol.bo.ɾa/, advertencia /ad.veɾ.´ten.sia/, veinte /´bein.te/, avezina /a.be.´si.na/, vulto /´bul.to/, etc. Creemos que todas estas palabras deben su escritura gráfica no a la relación con los sonidos sino a la relación con su origen latino o de otras lenguas, debido al habla culta que estamos analizando.

Ahora, encontramos casos, todos al inicio de palabra, donde no se respeta su origen etimológico y se transforma la grafía inicial en “b”, siendo que en su origen era con “v”, esto ejemplifica el cambio de sonido que se hizo y la relación entre la grafía y su pronunciación. Tenemos basilante /ba.si.´lan.te/ que viene del latín vacillare; beterano /be.te.´ɾa.no/ del latín veteranus, bibran /´bi.bɾan/ del latino vibrare. Con esto comprobamos que el fonema bilabial oclusivo sonoro se convirtió en el no marcado y terminó por neutralizar su diferencia con el labiodental fricativo, a tal grado que los hablantes cambiaron la grafía para expresar la diferencia. 

En el corpus observamos un verbo que sólo sufre un cambio parcial en su escritura, el verbo “volver” que está escrito así: “bolver”, “bolvi”, “buelvo”, la “v” (que está entre consonante vocal) la escribe de esa forma por su origen latino, pero con “b” por ser inicio de palabra, consideramos que tampoco hay ninguna diferencia en su pronunciación, esto nos apoya a recalcar que la grafía “b” aparece en casi todos los inicios de palabra con sonido bilabial oclusivo en el siglo XVII. 4 

Encontramos ciertas palabras que en la época se escribían de ambas formas: “b” y “v”. Sor Juana decide escribirlas con “v”, tenemos varias hipótesis ante esto: Error de un copista, fenómeno de autocorrección, diferenciación fonológica mínima por el nivel culto y diastrático del hablante, mímesis de la forma gráfica de alguna autoridad, por ejemplo, Gracián, Avellaneda y Covarrubias. Lo curioso del caso es que lo esperado fuese el uso de la “b” por su origen y una por ser principio de palabra, pero no es así. Por el momento, nos decidimos por abrir la pregunta e insistir que se necesitan estudios más profundos y especializados del español mexicano del siglo XVII para poder dar una respuesta; y que, si bien, ésta es una propuesta nunca podremos describir verdaderamente la pronunciación del español en esa época. En este caso las transcribimos como marca la tradición, como oclusiva bilabial sonora, pero suponemos que ese cambio de grafía es resultado de algún resquicio fonético de la fricativa labiodental sonora. Tenemos “vipartido” /bi.paɾ.´ti.do/, “escrivir” /es.´kɾi.biɾ/, “huvieran” /u.´bie.ɾan/, “huviesse” /u.´bie.se/, “avian” /a.´bi.an/, “descrivir” /des.kɾi.´biɾ/ y “aver” /a.´beɾ/.





1 La diferencia entre sonidos ha sido muy discutida. Teresita Reyes Carcega dice erróneamente que “todos los estudiosos coinciden que nunca existió el fonema fricativo”, aunque después cita a varios que sí lo proponen. Amado Alonso señala que la grafía “v” del español medieval era /ƀ/ fricativa bilabial sonora por su sutrato ibérico. Lope Blanch indica que puede ser labiodental o bilabial, pero sí fricativa, Company no duda y aclara que en el siglo XVII ya se había llevado a cabo la desfonologización, la /v/ había sido sustituida por /b/. Lapesa cita un documento de la época donde cierto gramático describe a la grafía “v” como labiodental. Cfr. Rafael Lapesa. 9a ed. Historia de la lengua española. Madrid, Gredos, 1981. Pág. 370. Concepción Company Company. “Fonética novohispana a finales del siglo XVII” en Anuario de Letras, 31, 1993. Pág. 565. Juan M. Lope Blanch “La labiodental sonora en el español de México” en NRFH, XXVI, 1, 1988. Pág. 169.

2 Miguel Ángel Puche Lorenzo. El español del siglo XVI en textos notariales. Murcia, Universidad de Murcia, 2003. Pág. 65-68.  


3 Concepción Company Company. “Fonética novohispana a finales del siglo XVII” en Anuario de Letras, 31, 1993. Pág. 565.

4 Concepción Company Company. Op. Cit. Pág. 565.


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