Las grafías “b” y “v”
correspondían, en el español medieval, a dos fonemas diferentes, la primera es
una oclusiva bilabial sonora y la segunda una fricativa labiodental sonora.1 Esa diferenciación era
reconocible a través de las grafías al no existir confusión en su utilización.2 Al paso de los años, se fueron
confundiendo tanto los sonidos como su representación gráfica, hasta que se
neutralizó su diferencia, dando como resultado el bilabial oclusivo sonoro como
fonema representado con estas dos grafías. La confusión entre la fricativa y la
oclusiva se desarrolló durante el siglo XV y XVI, para el siglo XVII, que es el
que estamos estudiando, ya se había normalizado la pronunciación de las grafías
por un proceso de desfonologización.3
Sin embargo, a la hora
de realizar el análisis del corpus a través de las grafías nos encontramos con
varias irregularidades. Recordemos que nuestra metodología para la
reconstrucción de la pronunciación se basa en la escritura de las grafías, tal
y como lo plantean Menedéz Pidal y Company. En algunas ocasiones Sor Juana
escribe con la grafía “v” o “b” basándose en que en su origen latino se
escribían así, al ser un hablante culta y conocedora de esa lengua creemos que
por eso las escribía con determinada grafía, pero que las pronunciaba como /b/.
Por ejemplo: bonanςa /bo.´nan.
sa/ que desde el latín tiene la grafía “b”, simbolizan /sim.bo.´li.san/, bastassen /bas.´ta.sen/, arrebato /a. re. ´ba. to/, compruebalo /kom.´pɾue. ba.lo/, besar /be.´saɾ/, debaxo /de.´ba. xo/; del leones desembarazo /de.sem.ba.´ɾa.so/, imposible /im.po.´si.ble/, hallaban /a.ja. ban/, atribuyendo /a.tɾi.bu.´jen.do/;
del alemán brotasen /bɾo.´ta.sen/;
del francés dibuxo /di.´bu.xo/, belleza /be.´je.sa/, baylen /´bai.len/, vozes /´bo.ses/, juventud /xu.ben.´tud/, avergonςarme /a.ber.gon´saɾ.me/, vezes /´be.ses/, moviesse /mo.´bie.se/, travessura /tɾa.´bie.so/, polvora /´pol.bo.ɾa/, advertencia /ad.veɾ.´ten.sia/, veinte /´bein.te/, avezina /a.be.´si.na/, vulto /´bul.to/, etc. Creemos que
todas estas palabras deben su escritura gráfica no a la relación con los
sonidos sino a la relación con su origen latino o de otras lenguas, debido al
habla culta que estamos analizando.
Ahora, encontramos
casos, todos al inicio de palabra, donde no se respeta su origen etimológico y
se transforma la grafía inicial en “b”, siendo que en su origen era con “v”,
esto ejemplifica el cambio de sonido que se hizo y la relación entre la grafía
y su pronunciación. Tenemos basilante /ba.si.´lan.te/
que viene del latín vacillare; beterano /be.te.´ɾa.no/
del latín veteranus, bibran /´bi.bɾan/
del latino vibrare. Con esto comprobamos que el fonema bilabial oclusivo
sonoro se convirtió en el no marcado y terminó por neutralizar su diferencia
con el labiodental fricativo, a tal grado que los hablantes cambiaron la grafía
para expresar la diferencia.
En el corpus observamos
un verbo que sólo sufre un cambio parcial en su escritura, el verbo “volver”
que está escrito así: “bolver”, “bolvi”,
“buelvo”, la “v” (que está entre consonante vocal) la escribe de esa forma
por su origen latino, pero con “b” por ser inicio de palabra, consideramos que
tampoco hay ninguna diferencia en su pronunciación, esto nos apoya a recalcar
que la grafía “b” aparece en casi todos los inicios de palabra con sonido
bilabial oclusivo en el siglo XVII. 4
Encontramos ciertas
palabras que en la época se escribían de ambas formas: “b” y “v”. Sor Juana
decide escribirlas con “v”, tenemos varias hipótesis ante esto: Error de un
copista, fenómeno de autocorrección, diferenciación fonológica mínima por el
nivel culto y diastrático del hablante, mímesis de la forma gráfica de alguna
autoridad, por ejemplo, Gracián, Avellaneda y Covarrubias. Lo curioso del caso
es que lo esperado fuese el uso de la “b” por su origen y una por ser principio
de palabra, pero no es así. Por el momento, nos decidimos por abrir la pregunta
e insistir que se necesitan estudios más profundos y especializados del español
mexicano del siglo XVII para poder dar una respuesta; y que, si bien, ésta es
una propuesta nunca podremos describir verdaderamente la pronunciación del
español en esa época. En este caso las transcribimos como marca la tradición,
como oclusiva bilabial sonora, pero suponemos que ese cambio de grafía es
resultado de algún resquicio fonético de la fricativa labiodental sonora.
Tenemos “vipartido” /bi.paɾ.´ti.do/, “escrivir” /es.´kɾi.biɾ/, “huvieran” /u.´bie.ɾan/, “huviesse” /u.´bie.se/, “avian” /a.´bi.an/, “descrivir” /des.kɾi.´biɾ/ y “aver”
/a.´beɾ/.
1 La
diferencia entre sonidos ha sido muy discutida. Teresita Reyes Carcega dice
erróneamente que “todos los estudiosos coinciden que nunca existió el fonema
fricativo”, aunque después cita a varios que sí lo proponen. Amado Alonso
señala que la grafía “v” del español medieval era /ƀ/ fricativa bilabial sonora
por su sutrato ibérico. Lope Blanch indica que puede ser labiodental o bilabial,
pero sí fricativa, Company no duda y aclara que en el siglo XVII ya se había
llevado a cabo la desfonologización, la /v/ había sido sustituida por /b/.
Lapesa cita un documento de la época donde cierto gramático describe a la
grafía “v” como labiodental. Cfr. Rafael Lapesa. 9a ed. Historia de la lengua española. Madrid,
Gredos, 1981. Pág. 370. Concepción Company Company. “Fonética novohispana a
finales del siglo XVII” en Anuario
de Letras, 31, 1993. Pág. 565. Juan M. Lope Blanch “La labiodental sonora
en el español de México” en NRFH,
XXVI, 1, 1988. Pág. 169.
2 Miguel
Ángel Puche Lorenzo. El español del
siglo XVI en textos notariales. Murcia, Universidad de Murcia, 2003.
Pág. 65-68.
3 Concepción
Company Company. “Fonética novohispana a finales del siglo XVII” en Anuario de Letras, 31, 1993. Pág. 565.
4 Concepción Company Company. Op. Cit. Pág. 565.
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